"La Serenidad”. Se trata del valor de mantener la calma en medio de la dificultad, e implica tener la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones, sin dejarnos arrastrar por ellas.
En el contexto de nuestro programa “Familias Competentes”, ya hemos explicado el primer “superpoder” que desarrollan nuestros hijos con el videojuego de BookyPets: la Autoconfianza. Ahora, vamos a profundizar en el segundo: el de “la Serenidad”.
A través de los juegos, los personajes y los objetos mágicos de BookyPets, los niños descubrirán que tienen el poder de transformar sus emociones si aprenden a “leer” la información valiosa que va incorporada en cada una, y que se relaciona siempre con aquello que necesitan para estar tranquilos, seguros y felices.
¿Cómo puedes ayudar a tu hijo a desarrollar el superpoder de la Serenidad?
1. Explicándoles su importancia
En primer lugar, explícale que la serenidad, aprender a calmarse siempre que uno lo necesita, es muy importante en la vida porque te ayuda a lo siguiente:
- Pensar con claridad y tomar buenas decisiones para lograr nuestros objetivos.
- Concentrarse, memorizar y avanzar con mayor facilidad en los estudios.
- Mejorar el rendimiento en los deportes, la música o cualquier prueba o examen.
- Tener buenos amigos y llevarse bien con la familia, al tratar a todos con respeto y cariño.
2. Creando un «rincón de la calma»
Crea un «rincón de la calma» en casa: un refugio donde pueda tranquilizarse siempre que lo necesite. Puedes decorarlo con una alfombra suave, cojines, imágenes relajantes, cuentos, pelotas blandas antiestrés, peluches, mandalas y lápices de colores. También podéis hacer juntos una “botella de la calma”: llena de agua una botella de medio litro, añade purpurina de colores y pegamento transparente. Cuando el niño esté enfadado o nervioso, ofrécele sentarse o tumbarse en este espacio, agitar el recipiente y comenzar a observar cómo va cayendo poco a poco la purpurina hasta que se haya posado toda en la base. Una vez en calma, todo se ve de otra manera y será un buen momento para hablar.
3. Combatiendo contra los monstruos que la destruyen
Hay tres grandes monstruos que destruyen «la Serenidad»: la tristeza, la ira y el miedo. Ayúdale a comprender, expresar y canalizar sus emociones en base a ellos. Enséñale a poner nombre a sus emociones, especialmente cuando no esté contento. Pregúntale con cariño: ¿Qué te pasa? ¿Estás triste o enfadado? ¿Tienes miedo? ¿Quieres que te ayude?
- Tristeza. Si le ves triste, permítele llorar para sacar la tristeza de su corazón; pídele que te cuente qué le está ocasionando esa tristeza, dale un gran abrazo y ofrécele tu ayuda para buscar alternativas de cosas que pueda hacer para sentirse mejor.
- Ira. Si se enfada, hazle ver que no es algo malo, lo que es negativo es perder el control y hacer daño a los demás. Enséñale la “respiración de la calma” y practícala con él: pon una mano en el corazón y la otra en el abdomen, inspira por la nariz (llenando la tripa de aire de calma) y suelta por la boca (como si sopláramos para apagar la llama del enfado). Repite, al menos, 3 veces o hasta que sientas que el corazón está más tranquilo. Cuando esté calmado, ayúdale a expresar su enfado de forma saludable, hablando con la persona que le ha molestado, utilizando la siguiente fórmula: “cuando tú haces…., yo me siento……, y por favor te pido que….”.
- Miedo. Si siente inseguro, con miedo, valida sus sentimientos, sin burlarte o restarle importancia, ayúdale a expresar lo que le hace sentirse así y explícale que todos tenemos miedos y es importante reconocerlos y aceptarlos para, así, poder afrontarlos, sin avergonzarse. No es malo sentir miedo, es normal experimentarlo ante una amenaza o un peligro (un coche que viene rápido, un sitio alto, un perro ladrándonos). Este nos ayuda a protegernos, nos avisa de que tenemos que alejarnos del peligro para no hacernos daño. Si no se siente miedo, se pueden correr serios peligros. Asimismo, recuérdale que hay otros miedos que están en su cabeza que no están en el mundo real:
- Monstruos o brujas: cuando el miedo está en su cabeza y no es por algo “real”, siempre se puede utilizar el poder de la imaginación para convertirlo en risa, disfrazándolo y riéndose de él (por ejemplo, imaginándose un fantasma en bikini rosa).
- Pensamientos negativos: no se puede elegir aquello malo que se cuela en la cabeza (“me va a salir mal, me voy a equivocar, se van a reír de mí, yo no puedo…» ), pero sí cuáles dejar que se queden. Se puede optar por pensar cosas que les hagan sentir confianza (“sí puedo!, voy a prepararme…»).
El miedo puede nublar la mente, impide pensar con claridad, a veces puede llegar a paralizar o hacer a una persona huir, alejándola de tus objetivos. Por eso, es necesario parar, calmarse (con “la respiración de la calma”), pensar («sí puedo») y atreverse a afrontarlo (por ejemplo, hablar con una persona a la que quieres conocer, proponer un juego, hacer algo en público, prepararse para una prueba…).
Os invitamos a que, desde la familia, reforcéis todos estos mensajes compartiendo con vuestros hijos experiencias personales en las que utilizáis alguna de las claves que hemos mencionado para recuperar la calma ante las dificultades de la vida. Como siempre, vuestro ejemplo diario será su mejor aprendizaje para reforzar el superpoder de «la Serenidad».